Juan Nadie es una de las películas clásicas de Frank Capra.
Se trata de una película de 1942, ambientada en unos Estados Unidos que aún están atravesando las secuelas de la depresión; en ella podemos ver a los clásicos vagabundos que viajan en trenes a lo largo y ancho del país, una multitud de aspirantes a Juan Nadie, el drama del desempleo, que realmente será el desencadenante de la trama de la película, los juegos políticos de los magnates de turno, dueños de los medios de comunicación que conducen a las masas,… La trama se desencadena a raíz de la compra de un periódico por un financiero rey del petróleo, que inmediatamente despedirá a buena parte de la plantilla para dar un nuevo giro, sensacionalista evidentemente, al periódico. Es a esta nueva línea sensacionalista a la que se agarra la protagonista para conservar su empleo, inventando la carta de un hombre desesperado, no sólo por la falta de trabajo, sino por toda la situación de la sociedad en la que vive.
Esto lleva a la sociedad a identificarse plenamente con él, creándose una figura que puede representarles a todos, diciendo lo que sienten todos en el fondo de su corazón y moviendo a toda la sociedad a fundar asociaciones, que serán utilizadas por los mismos hombres ambiciosos y sin escrúpulos, que saben del poder de la sociedad.
DISCURSO
No podría decirlo, porque es un millón de cosas: es el señor grande y el señor pequeño, es ignorante y es sabio, es esencialmente honrado, pero tiene un grado de ladrón dentro de sí. Rara vez entra en una cabina telefónica sin mirar en la ranura por si alguien se ha dejado diez centavos. Es el hombre para quien redactan los anuncios, aquel a quien todo el mundo vende cosas. Es el que siempre acaba pagando el pato y es la mayor fuerza del mundo.
Sí señor. Somos una gran familia los Juan Nadie. Somos los mansos que teníamos que heredar la tierra. Estamos en todas partes: cosechamos, excavamos las minas, trabajamos en las fábricas, llevamos los libros, hacemos volar los aviones, conducimos los autobuses y cuando un poli grita Usted, atrás, se refiere a nosotros, los Juan Nadie. Hemos existido desde siempre, hemos construido las pirámides, hemos visto a Cristo crucificado, extraído metales para los emperadores romanos, navegado en las carabelas de Colón. Sí señor, hemos estado allí aportando nuestro grano de arena.
Hemos golpeado la luna muchas veces, pero siempre hemos vuelto a la lucha, porque somos el pueblo y somos fuertes. Han empezado a hablar de la gente libre que se reblandece, que ya no puede más. Todo eso es mentira: la gente libre podemos cambiar el mundo, desde la guerra hasta el juego más insignificante si nos lo proponemos. Sé que muchos de ustedes se preguntan, ¿qué puedo hacer? Sólo soy un pobre hombre, yo no cuento. Pues se equivocan, los pobres hombres siempre cuentan, porque, a la larga, el carácter de un país es la suma del carácter de sus hombres.
A lo largo de las dos horas de la película, se desarrolla una crítica a todos los sectores de la sociedad, desde los políticos hasta los magnates, desde la prensa hasta el pueblo. Queda claro uno de los párrafos del discurso de Juan Nadie, que entre todos podemos cambiar el mundo, a condición de que queramos. En varios momentos se nos recuerda el mensaje y vigencia del cristianismo: sin duda, nuestra sociedad sigue necesitándonos, necesitando a los Juanes Nadies que retomemos el mensaje de Cristo y lo hagamos realidad en cada una de las parcelas.