En tierra de nadie


Una coproducción europea, dirigida por Danis Tanovic y ambientada en la guerra de Yugoslavia de 1993
n ¡Dejad en paz a los muertos!
o No es lo mismo
n No respetáis nada: ponéis minas debajo de los cadáveres, saqueáis, violáis, matáis
o Yo no sé nada de eso, nunca he visto a nadie...
n Pues yo sí lo he visto, he visto como ardía mi pueblo, he visto cómo lo hicisteis
o Yo no estaba allí
n Pues yo sí
o ¿Acaso nuestros pueblos no arden? ¿Quién mata a nuestra gente?
n Los tuyos, acaban de disparar contra ti
o Si los míos me han disparado será seguramente porque no me han reconocido
n No se puede hablar contigo... ¿quién ha arrasado este hermoso país? ¿Acaso hemos sido nosotros?
o Tú estás loco, vosotros quisisteis separaros, no nosotros
n Pero fue porque vosotros empezasteis la guerra...
o Pero si empezasteis vosotros...

Dos soldados, Ciki y Nino, uno bosnio y otro serbio, se ven atrapados en tierra de nadie, entre las líneas enemigas, junto con un tercero, inmovilizado sobre una mina que explotará cuando trate de moverse. Para salir de esta situación, acaban acudiendo a los cascos azules de la ONU, que muestran una de sus caras más nefastas, de impotencia y burocratismo. Un ejército al servicio de politiqueros y periodistas, que siempre buscan en sensacionalismo. Unas Naciones Unidas que se amparan en la buena imagen de las misiones humanitarias

o Le habla el coronel Soft
n Soy el capitán Dubois. Bueno, señor, es la primera vez que ambos bandos me piden lo mismo y no sé que hacer
o Pero, Capitán, ¿por qué se dirige a mí? ¿Dónde están sus superiores?
n Están en Ginebra, en un seminario sobre relaciones mediáticas
o Veamos, según este informe, hay dos hombres atrapados entre las dos líneas de fuego, pero no sabemos si son soldados o no. Pero, ¿qué quiere que haga? No pretenderá que arriesgue la vida de nuestros soldados para salvar a esos hombres. Supongo que recuerda, capitán, cuál es el propósito de nuestra misión aquí, en Bosnia
n Sí, señor, pero...
o Pero usted sabe perfectamente que yo no puedo hacer nada sin la aprobación de la Asamblea General de las Naciones Unidas y no creerá que la Asamblea General de las Naciones Unidas se vaya a reunir sólo para resolver el problema de dos individuos desconocidos atrapados en tierra de nadie. Lo siento, yo no puedo hacer nada, no tengo autoridad
n ¿Y qué les digo?
o Dígales lo de siempre: que el otro bando no está de acuerdo, dígales lo que quiera...

Una amarga y realista historia, con un ácido humor, que nos hace pensar en el sinsentido de las guerras y la responsabilidad de aquellos que las generan y las mantienen, a costa de la vida y la muerte de inocentes, del enfrentamiento entre hermanos, de la desolación que deja la violencia. Unas secuelas que perdurarán durante largo tiempo, en la memoria y en la vida de los que las padecen.